14 de enero de 2015

Dame pan y llámame...


Bien dice el refranero castellano que “Con pan y vino se anda el Camino”. El pan es un alimento básico que nos ayuda a equilibrar la alimentación y contribuye a cubrir nuestras necesidades de energía y sustancias esenciales para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo.

http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Morning_baguettes.jpg#mediaviewer/File:Morning_baguettes.jpg
"Morning baguettes" by Julie Kertesz from Paris neighbourhood, France - Flickr
Históricamente se ha comido pan en tiempos de carencias, alargando su consumo alegando que “a buen hambre no hay pan duro”. Los ingredientes base son accesibles (harina, agua y sal) y además, se pueden completar con frutos secos, cereales, etc.

PROPIEDADES NUTRITIVAS: no sólo hidratos


Aunque el pan es conocido por ser una fuente de hidratos de carbono gracias al almidón, no contiene mucha grasa (Alrededor del 1%, a excepción de los panes de molde y los tostados) y nos aporta proteínas de origen vegetal, como el gluten, que hace posible que la harina sea panificable.

Platos como las sopas de pan con leche o garbanzos salteados con pan rallado pueden comparar su valor nutritivo en proteínas con la carne, el huevo o el pescado al combinarse el pan junto a legumbres o a productos lácteos.

Otro de los beneficios de su consumo es su aporte en fibra y vitaminas del grupo B (tiamina, riboflavina…) y minerales (fósforo, magnesio, potasio…) que depende del grado de extracción de la harina y de si la masa se ha enriquecido durante la elaboración.

Como hemos visto es este artículo, cada pan tiene sus particularidades que hay que conocer para aprovecharnos de sus beneficios: Normal de barra, rústicos y de doble fermentación, tipo baguette… 

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